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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Spark Joy: An Illustrated Master Class on the Art of Organizing and Tidying Up
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9783644404427
Editorial: AGUILAR
La vida solo empieza después de poner orden en la casa y, aunque parezca increíble, son necesarias solo dos aptitudes para lograrlo: la capacidad de conservar lo que nos agrada y desechar el resto, y la capacidad de decidir dónde colocar cada cosa que hemos conservado, que será el lugar donde lo pondremos siempre.
¿Cómo se adquieren esas aptitudes? Marie Kondo te lo enseñará a lo largo de su libro.
El acto de ordenar es enfrentarse a uno mismo, ocuparse de los objetos; el acto de limpiar es enfrentarse a la naturaleza, limpiar la suciedad.
Ambos tienen por finalidad dejar limpio un espacio, pero ordenar significa mover objetos y guardarlos en determinados sitios, mientras que limpiar significa eliminar la suciedad, como hacemos cuando fregamos o barremos.
El desorden crece cuando no devolvemos los objetos al sitio que tienen asignado. Cuando una habitación “se desordena sin que nos demos cuenta”, nosotros somos los causantes.
En otras palabras, poner orden significa enfrentarse a uno mismo. En cambio, la suciedad se acumula por sí misma. Es una ley de la naturaleza que el polvo y la suciedad se depositen sobre las cosas.
La limpieza debe hacerse con regularidad para eliminar la suciedad acumulada de forma natural.
Pero ordenar obliga a pensar en las cosas que debemos desechar, en las que debemos conservar y en qué lugares guardarlas. Se podría decir que ordenar ordena la mente, mientras que limpiar la limpia.
No importa cuánto esfuerzo se haga, si no se ordenan las cosas, la casa nunca estará verdaderamente limpia.
Antes de ordenar, lo más importante es concentrarse únicamente en la tarea de deshacerse de cosas. Si empezamos a pensar dónde guardaremos esto y lo otro antes de habernos desprendido de cosas, no llegaremos muy lejos.
El acto de desechar objetos nunca puede, por sí solo, introducir felicidad en la vida. Deshacernos de cosas no es lo importante; lo importante es conservar aquellas que nos producen felicidad.
Si nos desprendemos de todo hasta dejar la casa vacía, no creo que vivamos felices en ella. Nuestro objetivo debe ser crear un ambiente lleno de las cosas que nos gusten.
Tal es la razón de que sea tan importante comenzar todo el proceso identificando lo que para nosotros sería el estilo de vida ideal.
Cuando nos rodeamos solamente de las cosas que amamos y que nos producen felicidad, podemos transformar nuestro hogar en un espacio lleno de objetos preciosos, en nuestro museo de arte particular.
Una vez terminada la fase de reducción, es el momento de añadir felicidad. Podemos hacer esto simplemente decorando nuestro espacio con cosas que nos gusten pero que antes apenas podíamos utilizar.
Es más importante adornar la casa con lo que nos gusta, que tenerla tan desnuda que carezca de toda cosa cuya vista pueda alegrarnos.
Justo cuando parece que la tarea de ordenar se desarrolla sin complicaciones, de repente nos sentimos abrumados y ansiosos.
Hemos reducido drásticamente el volumen de cosas que poseemos, pero aún no hemos decidido dónde colocar las que quedan.
Un punto importante en este proceso es introducir todo lo perteneciente a una categoría, sean objetos de escritorio o artículos sanitarios.
Una vez que se realiza la prueba de felicidad, que es esa parte en la que decides qué conservar y que no, lo que falta es poder elegir el sitio donde se almacenará cada categoría.
Podemos tener tantas cosas que nos resulte imposible clasificarlas en un día.
La regla de oro para el almacenamiento es la del 90%. Una vez que hayamos elegido las cosas que nos gustan, el sistema correcto es llenar los cajones, pero no abarrotarlos.
Está en la naturaleza humana el deseo de llenar espacios vacíos. Si nuestro objetivo es solo el 70% y dejar que el sitio siga siendo espacioso, antes de que nos demos cuenta empezaremos a acumular cosas que no nos interesan y volveremos al principio.
La campaña de ordenar empieza por la ropa. Lo primero es reunir todas las prendas de vestir que haya en cada rincón de la casa y apilarlas en único sitio, y hacerlo con rapidez y de forma mecánica.
Lo siguiente por hacer es elegir qué prendas conservar y cuáles no, y aprender a doblar para poder ordenar.
Las camisetas de manga corta y larga tendrán que tener los bordes hacia el centro para formar un rectángulo, el truco consiste en llevar la manga hasta el lado opuesto y luego doblarla hacia abajo siguiendo la línea de la prenda.
Para las prendas que tienen mangas abultadas, cuello de tortuga o capuchas, la única diferencia es que los cuellos se tendrán que doblar hacia dentro.
En cuanto a las prendas gruesas, en la temporada en la que no se usan, es importante almacenarlas dentro de bolsas de tela compactas.
Los pantalones y shorts se deben doblar a la mitad y luego hacerlo con la prenda alargada dos veces más.
Para los vestidos y faldas la dinámica es similar a la de las blusas. Aquellas prendas que son gruesas o muy largas es mejor guardarlas colgadas.
Los calcetines y medias no se deben hacer bolitas, es necesario doblarlos por la mitad hasta que queden tan compactos como se pueda.
Respecto a la ropa interior, es necesario compactarla de igual manera y tratar de ordenarla por colores claros y oscuros, de esa forma es más fácil su elección. Los sujetadores no deben doblarse, solamente esconder los tirantes detrás y ordenarlos de manera horizontal, uno detrás de otro.
Para los zapatos, accesorios y bolsas, la dinámica es ordenarlos de modo que sean visibles, así se puede elegir lo que se busca.
La razón más común de que la gente no acepte la idea de deshacerse de un libro es la posibilidad de querer volver a leerlo.
Pero si un libro no despierta interés ni produce felicidad, es casi seguro que nunca más se volverá a leer.
Al igual que con la ropa, se debe comenzar por retirar todos los libros de los estantes y apilarlos en el suelo. Luego examinar cada uno y conservar solo aquellos que nos producen felicidad.
A las colecciones es necesario clasificarlas juntas, mangas y cómics también, a excepción de que se tengan muchos ejemplares, en cuyo caso se haría por separado.
De igual forma, las revistas y libros ilustrados pueden clasificarse si se tienen muchos ejemplares por temas; en caso contrario irán juntos.
Un buen consejo es mantener los libros en donde se necesiten, por ejemplo los libros de cocina en la cocina, y así sucesivamente. Lo importante es clasificarlos, de esa manera es más fácil acceder a ellos y devolverlos al lugar que pertenecen cuando ya no se están usando.
Al igual que con la ropa y los libros, el primer paso para ordenar los papeles es reunir todos los documentos de los que uno es personalmente responsable.
¿La regla de oro? Deshacerse de todo.
Esto no quiere decir que el objetivo sea deshacerse de todos y cada uno. Significa más bien que se debe elegir entre ellos partiendo de la premisa de que serán desechados.
Una sola hoja de papel casi no ocupa espacio, por lo que es fácil que se acumulen muchas sin que uno se dé cuenta.
Un elemento esencial para poner en orden los papeles es una caja provisoria. Ahí se deberán colocar todos los que conlleven una acción, facturas o cartas pendientes.
Y después, colocarlos en un revistero en donde los papeles puedan estar en posición vertical.
Cuando hay que decidir dónde almacenar las cosas, la categoría komono (objetos varios) es la más difícil, ya que tiene un número abrumador de subcategorías.
La clave para ordenar komono de manera rápida y eficaz es conocer su clasificación. Una vez identificadas las categorías de cosas presentes en la casa, se puede seguir con cada uno de los tres pasos básicos:
Puede haber algunas categorías que se compartan con la familia, pero es fundamental comenzar con las pertenencias de uno mismo.
Ordenar komono es una excelente oportunidad para perfeccionar nuestra capacidad de sentir felicidad. Los objetos que poseemos aportan tantas cosas a nuestra vida diaria que nos convendrá comunicarnos con ellos y mostrarles nuestra gratitud.
Dentro de algunas de esas categorías se encuentran los CD y DVD, objetos de escritorio, útiles, artículos de papelería, cables eléctricos, USB, productos para el cuidado de la piel, y cosméticos y maquillaje.
Para poder deshacerse de algunos de esos objetos, un consejo es fijarse en la fecha de caducidad, al igual que con los medicamentos y objetos de la despensa.
Las herramientas, ropa de cama y vajilla deberán pasar por los mismos pasos y se debe tratar de acomodarlos a modo de que vuelvan a su lugar con facilidad una vez que se usen.
Lo más importante a la hora de ordenar esta categoría es creer en nuestra propia capacidad de felicidad.
Hay algunos puntos que se deben tener presentes. En primer lugar, no llevar cosas de valor sentimental a la casa de los padres, porque estaríamos dándoles a ellos el trabajo del que nosotros queremos deshacernos.
En segundo lugar, quien no se sienta capaz de deshacerse de alguna cosa, que la conserve sin más.
Y por último, hagamos un buen uso de las cosas que decidamos guardar para la siguiente etapa de vida.
Se puede clasificar las cartas por fechas, los dibujos de nuestros hijos como adornos para la pared y las fotos; de igual forma, a veces no nos damos cuenta de que tenemos fotos repetidas, entonces hay que elegir guardar las mejores.
Los sistemas de clasificación ya los sabes, depende de ti elegir con qué te quedas.
Recuerda que las primeras impresiones siempre importan; es necesario que el recibidor de tu casa sea uno de los espacios más despejados de todos.
Esta parte, después de ordenar y clasificar todos los objetos, es de las más interesantes, porque es el momento en que las áreas de tu casa comienzan a tener vida.
Hay que tener una sala de estar alegre en donde los miembros de la familia puedan pasar tiempo de calidad para estar cómodos. Una cocina que esté limpia, en donde cocinar sea una actividad que se disfrute y no que pese.
Un despacho con espacios en donde el trabajo sea menos pesado porque todo se encuentra en orden, y en donde se disfrute verdaderamente trabajar.
Y, sobre todo, un dormitorio y un baño alegres, pues son los lugares en los que pasamos más tiempo. Esa es la finalidad de todo esto.
Para las personas que nos rodean, esta transformación puede que no parezca tan obvia, pero los pequeños cambios al final pueden transformar por completo la vida de una persona.
Sin lugar a dudas, poner orden en la propia vida también hará que cualquiera cambie. El mayor cambio que se produce cuando uno aprende a ordenar es que uno aprende también a quererse.
Quien sabe ordenar gana en seguridad, se empieza a creer en el futuro, las cosas comienzan a ir más suavemente, el cambio comienza a acelerarse y se empieza a disfrutar realmente de la vida.
Ordenar nuestra casa es ordenar nuestra vida y prepararse para una nueva etapa.
Una vez que se ha vivido de forma plena la etapa actual, la siguiente vendrá de manera natural.
Lo importante al momento de ordenar es decidirse a hacerlo. Después de eso, y una vez que se empieza, todo comienza a ser más fácil.
¿Cuándo comenzarás tú?
Ordenar es un gran hábito y en “Tiende tu cama y otros hábitos que cambiarán tu vida y el mundo”, de William McRaven, podrás continuar aprendiendo.
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